Damos por supuesto que los abogados  -todos y todas- tienen el don de la palabra.

No es  ésta una verdad absoluta.

Los letrados, aún dedicándose en el día a día  a hablar ante  jueces y magistrados, jurados y clientes, no siempre se expresan con claridad suficiente, ni son capaces de hacer que sus intervenciones sean amenas y mucho menos piezas de estudio.

Es por eso que siempre defiendo la necesidad de aprender a hablar en público desde la más tierna infancia. Qué decir de la Universidad y los estudios de Post Grado. Aún hoy en España no se le da la importancia necesaria a esta materia que sigue siendo una asignatura pendiente. 

Una presentación pública sin soltura y sin brillo y naturalidad por muy bien preparada que esté sigue siendo ineficaz. Pongamos remedio a esta carencia incorporando en el currículo escolar la oratoria y, en general, las habilidades de comunicación. De nada sirve HABLAR POR HABLAR.

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